A diferencia de Alemania y Francia, por ejemplo, que a veces siguen a regañadientes las órdenes de Washington, Gran Bretaña es un entusiasta coparticipante del aventurerismo estadounidense, dice Joe Lauria.
Las Naciones Unidas están investigando la misteriosa muerte de su segundo secretario general hace 60 años el pasado sábado en circunstancias que parecen implicar a las agencias de inteligencia de Estados Unidos y Gran Bretaña.
La ONU se agachó, en mi opinión, evitando preguntas desconcertantes sobre el papel de Bélgica, Francia, Sudáfrica, la Unión Soviética, Gran Bretaña y Estados Unidos en los acontecimientos relacionados con el accidente, escribe Hynrich W. Wieschhoff.