Los neoconservadores maniobran en las arenas cambiantes del poder en Washington para asegurarse de que, sin importar quién gane, ellos sigan a cargo, escribe Daniel McAdams.
Ya no basta con atar a los corresponsales a la perspectiva de los militares desde cuyo lado informan. Parece que estamos en camino de que se peleen guerras (guerras enormes, sangrientas y con consecuencias) sin ningún testigo.
Washington está nervioso de que la pausa militar de cuatro días en Gaza pueda permitir a los periodistas informar sobre el alcance de la devastación del enclave, volviendo aún más a la opinión pública contra Israel.
Ninguno de los medios de comunicación que ayudaron a difundir sospechas sobre los trolls rusos de Twitter que ayudaron a Trump a ganar las elecciones estadounidenses de 2016 está reconociendo sus exageraciones ni recibiendo críticas.
Cuando Estados Unidos quiere reformar a ciertos líderes extranjeros asesinos, puede simplemente ofrecerles seminarios privados, según un confuso grupo de expertos imperialista citado por Politico.
La invasión de Ucrania que nunca llega nos muestra una vez más que cuando se trata de Rusia realmente se puede ignorar por completo a todos los llamados expertos de los principales medios de comunicación.
En la fallida cobertura corporativa de Steven Donziger y Julian Assange hay una imposición de oscuridad, una ignorancia infligida intencionadamente a los estadounidenses.