Los australianos son particularmente vulnerables a la propaganda porque el país tiene la propiedad de medios más concentrada del mundo occidental, dominada por Nine Entertainment y News Corp, propiedad de Murdoch.
El Sydney Morning Herald y The Age acaban de producir un inmenso ejemplo de periodismo de conflicto de intereses. Un ex primer ministro la calificó como “la presentación de noticias más atroz y provocativa” que jamás haya presenciado en más de 50 años de vida pública.