La enorme disparidad entre la forma en que la prensa dominante informa sobre las muertes israelíes y palestinas es una prueba de que la clase política y mediática occidental no considera a los palestinos como seres humanos, escribe Caity Johnstone.
El acto de condena se ha convertido cínicamente en un arma, escribe Jonathan Cook. El objetivo no es mostrar solidaridad con los israelíes. Se trata de avivar las llamas del odio para racionalizar los crímenes contra los palestinos.
El Sydney Morning Herald y The Age acaban de producir un inmenso ejemplo de periodismo de conflicto de intereses. Un ex primer ministro la calificó como “la presentación de noticias más atroz y provocativa” que jamás haya presenciado en más de 50 años de vida pública.
Cualquiera que preste atención sabe que el comportamiento de la maquinaria de guerra estadounidense es tan relevante para los australianos como para los estadounidenses, escribe Caitlin Johnstone.
En ningún momento se ha considerado la posibilidad de una explicación mucho más simple para la desaparecida invasión rusa: que Rusia nunca tuvo la intención de invadir.
Los gobiernos y los especuladores de la guerra financian informes de grupos de expertos que los medios de comunicación luego hacen pasar como noticias, escribe Caitlin Johnstone.