Biden, Blinken y Austin están siendo citados ante los tribunales –así como en las calles de todo el mundo– por su apoyo inquebrantable e ilegal al genocidio israelí, escribe Marjorie Cohn.
Hügo Krüger describe cómo Pretoria puede utilizar su posición de no proliferación nuclear para presionar y aislar internacionalmente al gobierno de Netanyahu por su política de apartheid y ataque a Gaza.
Joe Biden pasará a la historia como cómplice del genocidio. Que los fantasmas de los miles de niños en los que participó en el asesinato lo persigan por el resto de su vida.
Al no actuar contra el castigo colectivo de Israel a los palestinos, el Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea están incumpliendo una obligación del derecho internacional establecida en un fallo de 2004 de la Corte Internacional de Justicia.
Como Estado colonial clásico, Israel está haciendo lo único que sabe hacer, escribe Jonathan Cook. Mientras Occidente siga animando, eso incluye el genocidio.
Mucho antes del 7 de octubre, el discurso sionista-israelí siempre fue el de racismo, deshumanización, borramiento y, en ocasiones, genocidio absoluto, escribe Ramzy Baroud.