La clase dominante mundial está consolidando un mundo en el que gobiernan sin rendir cuentas, estamos reducidos a la servidumbre, la crisis climática se acelera y la muerte masiva se normaliza.
Las audiencias televisadas del 6 de enero no restaurarán la democracia ni detendrán el ascenso de la extrema derecha. Son una estrategia desesperada de una clase política condenada al fracaso.