Los medios de comunicación que ahora denigran públicamente al influyente crítico social vuelven a sacar provecho de él, escribe Jonathan Cook. Esta vez derribando a la misma celebridad que construyeron.
Los australianos son particularmente vulnerables a la propaganda porque el país tiene la propiedad de medios más concentrada del mundo occidental, dominada por Nine Entertainment y News Corp, propiedad de Murdoch.
El presentador de Fox News pagó el precio porque intentó lo imposible: cruzar la división entre los medios corporativos y el periodismo crítico, escribe Jonathan Cook.
Cualquiera que preste atención sabe que el comportamiento de la maquinaria de guerra estadounidense es tan relevante para los australianos como para los estadounidenses, escribe Caitlin Johnstone.
Los orígenes de la operación psicológica Russiagate desatada contra el pueblo estadounidense se remontan a un programa gubernamental secreto descubierto por el fundador de este sitio.
En sus inicios, Rupert Murdoch ofrecía promesas y esperanzas, pero su imperio mediático en cambio ha disminuido la vida democrática, escribe John Menadue.
Rupert Murdoch ciertamente creía que había jugado un papel importante en el resultado de las elecciones australianas de 1972 y que algo se debía a él, escribe John Menadue.
En ningún momento se ha considerado la posibilidad de una explicación mucho más simple para la desaparecida invasión rusa: que Rusia nunca tuvo la intención de invadir.
Lo que la entrevista de Oprah hace –está diseñada para hacer– es descarrilar la intersección de clase y raza de maneras políticamente dañinas, escribe Jonathan Cook.
El periodismo, por definición, debe ser imparcial y no partidista, pero está desapareciendo rápidamente en un panorama dominado por medios febrilmente casados con cualquiera de los dos campos políticos.