Los ciudadanos del Reino Unido están luchando en la primera línea de Gaza, ayudando al ejército de Israel a imponer su “asedio total” sobre millones de palestinos, escribe Hamza Yusuf.
La administración no cuestiona que haya un genocidio en curso, escribe Marjorie Cohn. Pero el panel de apelaciones de tres jueces no pareció conmoverse ante las afirmaciones de los demandantes de que la administración Biden es cómplice del genocidio de Israel.
La masacre israelí en el campamento de Rafah es sólo la última. Desde hace décadas, Tel Aviv –al igual que Washington– ha desafiado cualquier intento de aplicar el derecho internacional humanitario a sus acciones.
“Queremos paz”: el Ministro de Relaciones Exteriores del país dijo que Madrid se une al caso para salvar a civiles, apoyar a las Naciones Unidas y el derecho internacional.
Israel quiere enturbiar las aguas –como siempre lo hace– para poder continuar con su genocidio, escribe Jonathan Cook. Aquí hay un ejemplo de cómo los medios occidentales lo ayudan.
Documentos recientemente desclasificados muestran lo que Canberra sabía sobre los acontecimientos que se desarrollaron en Gaza después del 7 de octubre, informa Kellie Tranter.
El jueves, representantes sudafricanos instaron a la Corte Mundial a comprobar que Israel no ha cumplido su orden de impedir actos genocidas por parte de sus fuerzas militares.
Al mismo tiempo, el Tribunal Internacional no accedió a la solicitud de Alemania de desestimar el caso, en el que Nicaragua acusa a Berlín de permitir el genocidio israelí en Gaza.
A diferencia de Washington, Berlín –el segundo mayor proveedor de armas de Israel– ha aceptado la plena jurisdicción de la CIJ, por lo que es un blanco más fácil para la demanda de Nicaragua, escribe Marjorie Cohn.