La popular y largamente esperada retirada de Biden de Afganistán expuso la fusión de facto de los grandes medios de comunicación con el ejército, escribe Gareth Porter.
El último capítulo de las operaciones de la CIA en Afganistán comenzó cuando la campaña de bombardeos de 2001 ni siquiera había terminado, escribe Pepe Escobar.
Los mandarines que supervisan nuestro suicidio colectivo, a pesar de los repetidos fracasos, insisten obstinadamente en que Estados Unidos puede remodelar el mundo a su propia imagen.
Los autores describen el vínculo del grupo con Deobandi Islam, que surgió en 1867 tras un importante levantamiento nacionalista contra la Compañía Británica de las Indias Orientales.
El ex abogado de la CIA fue el padrino sin complejos del programa de tortura de la agencia, un monstruoso crimen contra la humanidad que defendió descaradamente hasta su muerte.
De los archivos: Un documento recientemente descubierto socava una historia clave de la guerra antisoviética en Afganistán de la década de 1980: la guerra de Charlie Wilson, escribió Robert Parry el 7 de abril de 2013.
Los únicos intereses a los que sirve esta filtración (si es que fue una filtración) son los de Harding y la inteligencia estadounidense, quienes quedaron abandonados por el colapso de la narrativa del Russiagate, escribe Joe Lauria.