Los detalles proporcionados a CNN son consistentes con los que un médico del hospital de campaña del campo de prisioneros de Sde Teiman incluyó en una carta reciente a altos funcionarios israelíes.
El gobierno del Reino Unido ha protegido repetidamente a políticos, espías y soldados israelíes de ser arrestados por crímenes de guerra cuando visitan Gran Bretaña, revelan John McEvoy y Phil Miller.
Un médico anónimo, en una carta vista por Haaretz, advirtió a los funcionarios israelíes sobre lo que está sucediendo en un hospital de campaña dentro de un famoso centro de detención.
John Kiriakou, quien denunció el programa global de tortura de la CIA, reflexiona sobre la impunidad que rodea a los líderes estadounidenses que autorizaron crímenes contra la humanidad y dejaron en el limbo los juicios de los acusados del 11 de septiembre.
Human Rights Watch no ha encontrado pruebas de que el gobierno de Estados Unidos haya pagado compensaciones u otras reparaciones a las víctimas de abusos contra detenidos en Irak. Washington tampoco ha emitido “ninguna disculpa individual ni otras enmiendas”.
Chile bajo Pinochet fue el campo de experimentación de un proyecto económico, el neoliberalismo, que inspiró tanto a Ronald Reagan como a Margaret Thatcher. También fue un laboratorio de tortura y desaparición forzada de seres humanos, escribe Brad Evans.
Existe un patrón de arrepentimiento –distinto del remordimiento– por el militarismo de riesgo que fracasó en Afganistán e Irak, escribe Norman Solomon. Pero el desorden persiste en la política exterior estadounidense.
Mientras el régimen asesinaba a opositores políticos, una unidad de propaganda del Reino Unido pasó material a la inteligencia militar de Chile y el MI6 se confabuló con un orquestador clave del golpe, según muestran archivos recientemente desclasificados, informa John McEvoy.
En ese momento, hace 50 años, el lunes, el golpe fue visto no sólo como un ataque al gobierno de Unidad Popular de Salvador Allende, escribe Vijay Prashad. Fue un ataque al Tercer Mundo.
Enfrentarse a Israel tiene un costo político que pocos, incluido Robert F. Kennedy Jr., están dispuestos a pagar. Pero si te pones de pie, te destacará como alguien que antepone los principios a la conveniencia.