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El Partido Republicano inicia la batalla por la legitimidad de W.

26 de febrero de 2001

TEl liderazgo republicano ha comprendido lo que podría ser la cuestión política definitoria de los próximos cuatro años –establecer la legitimidad de George W. Bush– incluso cuando muchos demócratas destacados han guardado silencio sobre su elección, aparentemente en su elusiva búsqueda de una paz bipartidista.

Mientras Bush continúa dotando a su administración de conservadores de línea dura e impulsando su agenda política conservadora, el Partido Republicano nacional ha comenzado una batalla política entre bastidores destinada a desacreditar a las pocas voces demócratas restantes que se atreven a cuestionar la legitimidad de la elección de Bush.

En un revelador correo electrónico para recaudar fondos, el Comité Senatorial Nacional Republicano presentó a Bush como víctima de una injusta campaña de desprestigio llevada a cabo por demócratas que todavía piensan que Bush debería haber ganado su legitimidad a la antigua usanza: mediante el conteo de votos.

Específicamente, el correo electrónico del NRSC iba dirigido al presidente nacional demócrata, Terence McAuliffe, por seguir cuestionando el resultado de las elecciones de Florida. El correo electrónico acusaba a McAuliffe de “socavar abiertamente la legitimidad de la presidencia de George W. Bush” y pedía contribuciones para asegurar que los republicanos mantuvieran el control del Congreso. [El Correo de Washington, 25 de febrero de 2001]

McAuliffe ha sido uno de los pocos demócratas destacados que sigue expresando indignación por cómo Bush detuvo el recuento de votos en Florida mediante la intervención de cinco conservadores de la Corte Suprema de Estados Unidos. McAuliffe ha argumentado que el vicepresidente Gore habría sido el probable ganador si se hubieran contado todos los votos.

Pero McAuliffe y los pocos otros disidentes demócratas han quedado más aislados y expuestos a ataques por el silencio de los demócratas del Congreso sobre la disputa electoral de Florida. Ese silencio se ha visto subrayado por el hecho de que los demócratas no han exigido audiencias sobre cómo Bush logró su victoria, uno de los acontecimientos políticos más controvertidos en la historia de la democracia estadounidense.

Al sentir esta debilidad demócrata, los líderes republicanos han pasado a la ofensiva. Su nuevo objetivo parece ser revisar la percepción pública de la historia estigmatizando a quienes insisten en recordar a los estadounidenses los hechos desagradables: cómo Bush se convirtió en el primer perdedor del voto popular en más de un siglo en reclamar la Casa Blanca y el único presidente jamás tomar el control del gobierno haciendo que sus aliados en la Corte Suprema de Estados Unidos detuvieran el recuento de votos.

El correo electrónico de recaudación de fondos del NRSC marca un primer paso en esta nueva batalla, un conflicto político que podría ser decisivo para fijar el rumbo de la nación durante los próximos cuatro años y más allá. Al transformar las críticas a la toma del poder por Bush en un caso de retórica partidista de deporte estropeado, los líderes republicanos habrán recorrido un largo camino para solidificar su control sobre las tres ramas del gobierno estadounidense.

De atrás hacia adelante